Jar Jar Binks

 Jar Jar Binks

Hijo de George R. Binks,  nació en Otoh Gunga. Fue educado en la tradición de su familia para ser un gran ballenero como sus ancestros lo fueron por cientos de años. Sin embargo, debido a su torpeza e ineptitud, Jar Jar nunca pudo convertirse en lo que su padre quiso que fuera. Una vez, en una expedición para buscar una ballena en los mares del sur de Naboo George ordenó a su hijo sostener el timón, pero lo dejó ir y la nave chocó contra la ballena, hundiéndose hasta el fondo del océano. 

Jar Jar Binks fue el primer gungan en representar a su pueblo en el Senado Galáctico, primero como representante menor junto a la senadora Padmé Amidala y después de su muerte como senador. Como la mayoría de los gungans, Jar Jar hablaba básico con un acento característico. A pesar de ser ingenuo, inútil, estúpido y patoso, Jar Jar Binks contribuyó enormemente al sino de la República Galáctica, para bien y para mal.

Durante la invasión de Naboo, Qui – Gon Jinn, se encuentra con este gungan y lo salva. Su sentido del honor lo une al Jedi de por vida, si bien al principio Qui-Gon prefería no tener que aguantarlo y Obi – Wan Kenobi considera a Jar Jar un ser molesto que hay que aguantar y poco más, lo cierto es que el gungan demuestra enseguida que puede ser útil cuando le habla al Jedi de una ciudad subacuática en la que pueden refugiarse y escapar de las fuerzas de la Federación de Comercio. Cuando la nave Real llega a Tatooine tras escapar de Naboo, Qui-Gon Jinn va a Mos Espa en busca de repuestos para la hiperpropulsión y Jar Jar lo acompaña. Qui-Gon sabe que el extraño gungan le ayudará a pasar desapercibido entre la población de extraños seres de la ciudad. Jar Jar se preocupa por la exposición de su piel anfibia al calor y a los soles.


Jar Jar es muy conocido por la patrulla urbana de Otoh Gunga que lo ha sacado de todo tipo de líos en el pasado, desde riñas insignificantes por haber robado comida hasta el alboroto que provocó cuando sin darse cuenta abrió la mitad de las burbujas del zoo de Otoh Gunga. Saben que el jefe Nass no se alegrará de volver a ver a este gungan de triste fama en sus aposentos.




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